domingo, 15 de enero de 2017

Domingo...

Joss, no jodas.


Domingo 10:31 am, en el trabajo con cara de muerte y una galleta de soda al lado izquierdo, el celular no vibra, ni suena. Debe ser mi día de suerte.

Mi cuello suena CRAC-CRAC y mis ojos se desvanecen al compás de música lenta y mi ser se siente maltratado mentalmente y sólo quiero correr a casa y tumbarme a la cama y dormir hasta que caiga el otoño con sus hojas amarillentas sobre mi piel e inundarme de agua y ahí dormir por siempre.

Estoy cansada de que nada resulte, estoy cansada de extrañar a mi compañera peluda que solía alegrarse por mi existencia, estoy cansada de ser ignorada por todos lados y que no noten que puedo hacer más que sólo mirar, pero esta es la vida una puerca y sucia realidad que a veces nos toca vivir y es una mierda, en serio. Es aquí cuando inicia ese maldito círculo vicioso de odiarse y amarse, hasta ser arrastrada.

Necesito un cigarro bajo la lluvia para poder dejarme ir. Necesito caminar descalza y cortarme los pies para entender que soy humana porque divago tanto que creo que no lo soy. Necesito saltar de algún risco e impactar mi cabeza contra una piedra y dejar la sangre fría correr, necesito desaparecer. Joss, necesita entender que no es sólo un pedazo de carne andando por la vida.

Sin embargo uno tiene que alzar la cabeza y seguir observando y viviendo en este mundo tan sucio e injusto. Sin embargo uno tiene que continuar aunque te desangres, sólo queda lamerse las heridas que sucesivamente se infectan y andar, cual robot sucesivamente reparado y lleno de diversas piezas, como un rompecabezas uno tiene que unirse y armarse, resolver el maldito dilema.  

Así que mientras intento encontrar las piezas y armarme sigo andando por la vida, sangrando y lamiendo las heridas, infeliz y con la cara partida junto a esta el corazón que nunca deja de joder. Sin embargo me queda la poquita fe y esperanza de que en algún momento de mi vida voy a ser un sol a medio vivir, pero un maldito SOL.