Joss, no
jodas.
Domingo
10:31 am, en el trabajo con cara de muerte y una galleta de soda al lado izquierdo,
el celular no vibra, ni suena. Debe ser mi día de suerte.
Mi cuello
suena CRAC-CRAC y mis ojos se desvanecen al compás de música lenta y mi ser se
siente maltratado mentalmente y sólo quiero correr a casa y tumbarme a la cama
y dormir hasta que caiga el otoño con sus hojas amarillentas sobre mi piel e
inundarme de agua y ahí dormir por siempre.
Estoy
cansada de que nada resulte, estoy cansada de extrañar a mi compañera peluda
que solía alegrarse por mi existencia, estoy cansada de ser ignorada por todos
lados y que no noten que puedo hacer más que sólo mirar, pero esta es la vida
una puerca y sucia realidad que a veces nos toca vivir y es una mierda, en
serio. Es aquí cuando inicia ese maldito círculo vicioso de odiarse y amarse,
hasta ser arrastrada.
Necesito un
cigarro bajo la lluvia para poder dejarme ir. Necesito caminar descalza y
cortarme los pies para entender que soy humana porque divago tanto que creo que
no lo soy. Necesito saltar de algún risco e impactar mi cabeza contra una
piedra y dejar la sangre fría correr, necesito desaparecer. Joss, necesita
entender que no es sólo un pedazo de carne andando por la vida.
Sin embargo
uno tiene que alzar la cabeza y seguir observando y viviendo en este mundo tan
sucio e injusto. Sin embargo uno tiene que continuar aunque te desangres, sólo
queda lamerse las heridas que sucesivamente se infectan y andar, cual robot sucesivamente
reparado y lleno de diversas piezas, como un rompecabezas uno tiene que unirse
y armarse, resolver el maldito dilema.
Así que
mientras intento encontrar las piezas y armarme sigo andando por la vida,
sangrando y lamiendo las heridas, infeliz y con la cara partida junto a esta el
corazón que nunca deja de joder. Sin embargo me queda la poquita fe y esperanza
de que en algún momento de mi vida voy a ser un sol a medio vivir, pero un
maldito SOL.