Pijama.
Lo único que
escucho de los demás son las continuas quejas sobre su vida. Mis oídos están sangrando
de tanto dolor que se escucha.
Hoy no he
despertado con ganas de escribir sin embargo siento que mi alma quiere escupir
retazos de pensamientos, entonces me he sentado aquí con un buen fondo musical
y con los dedos fríos. Me tomo las manos y las envuelvo como tratando de darles
el calor que no obtienen. Me tomo mi cabello corto y lo alboroto una y otra vez,
creo que todo está muy desordenado.
Miro a
todos lados y no hay nada, mí perro se recuesta contra la pared y me mira como
sintiendo pena de mi. Yo solo me quedo estática mirando la pantalla que no me
trae novedades, no tiene pena ni gloria, no tiene absolutamente nada. Es mas no
sé ni que sentir. ¿Cómo se supone que se siente alguien como yo? No tengo la
menor idea y me da risa.
Iré por
unos cigarros y una cerveza, tal vez eso calme y me alegre el día .A veces para
salvarse así mismo hay que caer en el juego de la bendita soledad y ahondarse a
ella, como si no hubiese un mañana o un día después a este. Así se debe de
destruir un ser humano a punta de trago y cigarros, a punta del desgano que le
deja el día anterior a punta de soledad.
Un día sonreímos
al otro nos vamos, no estamos, nos quedamos en la nada con un olor a tabaco,
con el mar reflejándonos un cielo oscuro, un cielo que se quiere romper. Ahora
cierro los ojos y me pierdo entre pasto, olor a lluvia y tierra. Bunbury me
canta al oído y desgarra su garganta suavemente mientras me rijo solo a
escuchar el lamento de un español con alma de poeta.
Enciendo un
cigarro. El humo empaña mi mirada. Las palabras se me estancan en la garganta
se quedan ahí haciendo un tráfico de palabras llenas y con sentido. No las
puedo vomitar solo las puedo escribir y darles un sentido. Una pitada mas y llévame
a la gloria, mi alma a veces me extraña y le duele que no esté aquí para
contarle que cada mañana intento renacer y que cada noche muero con el desorden
de un cuarto y de una cabeza.
El arte no
nace de la felicidad. Mí arte nace de los rincones oscuros y tristes que mi
cigarro capta. Fumo y me esfumo, me pierdo en la multitud con una pequeña
mochila que tiene lo necesario para sobrevivir en esta sociedad tan alternativa.
Se termina mi cigarro, se termina mi escrito hoy no me critico. Al menos por
hoy.